
Muchos padres, al no saber cómo manejar este tipo de situaciones, toman medidas extremas: se vuelven más exigentes e inflexibles o por lo contrario se hacen demasiado condescendientes, dejando que sus hijos hagan prácticamente lo que quieran.
Ambos comportamientos extremos provocan una reacción negativa y afecta la vida del adolescente; por ello lo recomendable es lograr una buena comunicación y un lazo de amistad entre padres e hijos. Aunque los adultos y los adolescentes tienen diferentes intereses y motivaciones, distinta mentalidad es posible lograrlo basándonos en cuatro principios: AMOR, CONFIANZA, TIEMPO Y RESPETO.
Como hijos podemos contribuir a crear este vínculo pues nunca debemos olvidar que somos fruto del amor de nuestros padres y que ellos a pesar de las diferencias son las personas que más nos quieren y se preocupan por nosotros. Aunque la tarea encomendada es ciertamente difícil para ambos, no debemos desistir sin haberlo intentado. Hay que recordar que siendo jóvenes podemos enseñar mucho a los adultos y que somos capaces de poner la primera piedra y de iniciar una GRAN AMISTAD.
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